Estamos expuestos a más información de la que podemos procesar. El verano es un buen momento para que su cerebro desconecte
Los expertos recomiendan establecer una hora a partir de la cual no seguir mirando el e-mail. No sólo por salud, sino por la calidad del trabajo
«Cuando se me cayó el teléfono móvil por la taza del váter sufrí un microinfarto». Elena García apenas aguantó 24 horas sin smartphone. «Sentía que me faltaba algo». Probó todos los remedios: el secador, arroz… «No resucitó, así que me tuve que comprar otro rápidamente», cuenta esta madrileña de 30 años. Tras encender su nuevo dispositivo -«más moderno que el anterior», aclara-, tenía cientos de WhatsApps, decenas de correos electrónicos y otras tantas notificaciones de redes sociales y alertas. Este episodio le hizo reflexionar sobre el uso de la tecnología como llave para todo: «No fui consciente de la dependencia hasta que me di cuenta de que lo pasé muy mal».
Como esta ciudadana, el 80% de los españoles dispone de un teléfono inteligente, según el informe We Are Social. Digital Yearbook We Are Social’s Compendium of Key Digital Statistics and Data Points for 232 Countries Around the World (2016). Un porcentaje superior al de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. La alta penetración del smartphone, similar a una computadora y que se utiliza como un apéndice de la mano más que para llamar, reconocen todos los expertos consultados por ZEN, explica que las actividades realizadas a través de este dispositivo en nuestro país sean más frecuentes que en otras democracias avanzadas.
«Antes de que existiese la conexión a internet, las familias se sentaban juntas alrededor de la televisión con el único propósito de ver el programa de turno. Ahora, leer o comentar en las redes sociales, jugar contra la consola o, incluso, comprar por una app son actividades simultáneas. Sólo dos de cada 10 no hacen otra cosa a la vez«, afirma la socióloga Belén Barreiro, autora de La sociedad que queremos. Digitales, analógicos y empobrecidos (Ed. Planeta). La ex presidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) recoge en este libro que el 66,5% de los españoles acceden a la Red a través del móvil, un dato de la entidad dedicada a la investigación avanzada Mikroscopia que ejemplifica la vertiginosa extensión: en los últimos tres años ha sufrido un aumento de 16 puntos.
Bombardeo constante
La manera en que se consume el contenido ha cambiado. La inmensa mayoría se despierta con la alarma del móvil, lo utiliza como radio y MP3, se guía a través del GPS, conecta con la pareja o amigos, se entretiene en los ratos muertos, captura sus fotos en vacaciones y las comparte en Instagram mientras pulsa el botón de me gusta en su timeline, escribe un tuit o lee un periódico digital. Sólo ELMUNDO.es produce unas 300 noticias al día, informa el departamento de analítica. Es la tercera actividad más popular y la realiza el 81,8% de los usuarios, tras la consulta del e-mail y la búsqueda de información, recoge Mikroscopia.
«La principal damnificada de la revolución digital es la prensa de papel, en el séptimo puesto de medios consumidos en España, por detrás de la televisión, las redes sociales y la prensa online«, asegura Barreiro. Sin embargo, las pautas de lectura y atención son diferentes, aclara: «El 50% de los españoles sólo lee los titulares y, muchas veces, sin la misma concentración de antes».
Atención dividida
«Aunque los humanos podemos localizar nuestros recursos atencionales en diferentes tareas, tiene un coste asociado: la disminución de nuestra calidad atencional. Parece lógico que sea ahora cuando más errores cometemos o peor nos enteramos: estar en todo acaba convirtiéndose en no estar en nada», opina David Lanzas, psicólogo de Álava Reyes.
Este profesional aconseja no esperar al verano para desconectar: «Antiguamente asociábamos el trabajo a un entorno determinado, hoy en día ya no es así. Podemos trabajar a distancia, en el tren o incluso desde casa, por lo tanto, en la medida en que podamos, hay que poner sanos límites«. Quizá apagar el teléfono móvil sea demasiado ambicioso, indica, pero está en nuestra mano la búsqueda del equilibrio para sobrevivir a la infoxicación -«exceso o sobrecarga de información provocada por la profusión de contenidos»-, define Alfons Cornella, fundador y presidente de Infonomía y autor de Infoxicación: buscando un orden en la información.
«Lo bueno es el equilibrio. Para no saturarnos, aconsejo disfrutar de todo lo que hacemos, aunque no se fotografíe y comparta al instante en las redes; socializar en las cenas y poner el móvil en modo avión para que no nos molesten, porque si ocurre algo importante acabaremos enterándonos, y dejarse el teléfono en casa si vamos a la playa».
Cada uno decide cuándo revisa el correo electrónico, pese a que algunos trabajos sean muy demandantes: «No sólo por cuidar nuestra salud, sino también por la propia calidad del trabajo, es preferible ponerse una hora a partir de la cual no seguir conectado telemáticamente», zanja el psicólogo. «La continua actividad laboral puede conllevar un elevado nivel de excitación, angustia y sensación de no adaptación», apoya la doctora Glòria Tresserras Giné, especialista en Neurología de Imecba, centro médico de Top Doctors. Se denomina estrés laboral. «Nuestro cerebro consume un 20% de la energía que produce el cuerpo, por eso es importante descansar la mente», añade.
Predicar con el ejemplo
Isabel Serrano Rosa, psicóloga de enpositivosi.com, alerta de la disonancia entre lo que se dice y se hace cuando se regaña a los niños por el uso de la tecnología: «Si un padre le dice al hijo que suelte la tableta mientras come pero él responde a un WhatsApp, le da un mal ejemplo. Los chavales se quedan con lo que hacemos, no con los sermones, y los adultos también estamos muy desorientados y atrapados por el móvil«.
Cita la obra Focus, de Daniel Goleman, para sustentar la idea de la distracción continua: «El mundo virtual cambia todo el tiempo y hace cambiar nuestro comportamiento y las relaciones con los demás, porque secuestra la atención con novedades constantes, mensajes cortos y simples y relaciones insustanciales con personas con las que no tenemos contacto directo«. La doctora María José Mas Salguero, neuróloga y pediatra de Doctoralia, asevera que se pierde mucho tiempo debido a la multiplicidad de estímulos. «El cerebro necesita descansar, de la información y del resto. Se atiende antes a lo más relevante por supervivencia, como en situaciones de emergencia. Cuando la información es compleja, necesitamos tiempo para asumirla, analizarla y dar una respuesta».
Las relaciones reales, más satisfactorias
La actriz Blanca Suárez ha dejado de googlear su nombre. Confiesa a ZEN que le resulta imposible no enterarse de lo que se dice de un personaje con proyección pública. «Me encuentro amigos que me cuentan ‘oye, mira qué fuerte lo que cuenta esta revista’. Y tú piensas, vaya, yo que no lo había leído… Es complicado correr un tupido velo cuando te llegan cientos de notificaciones de tus redes sociales o mil noticias de los medios de comunicación. Terminas enterándote de críticas que te afectan y te duelen. Nos gusta juzgar demasiado sin saber qué hay detrás».
El ciudadano no desempeña un rol necesariamente pasivo en este bombardeo. Hay una búsqueda activa de información y el consumidor discrimina más. Los análisis estadísticos que maneja la socióloga Barreiro muestran que estar conectados a la Red durante horas no nos resta bienestar. «Tampoco nos hacen sentir más o menos felices. En cambio, las relaciones reales sí afectan: las personas con más relaciones cara a cara, están más satisfechas con su vida».
Consejos para aprender a desconectar
- Mindfulness: atención plena. Un truco para desconectar consiste en centrarse sólo en qué sucede ‘aquí y ahora’. Observe el contenido de la mente sin juicios.
- Coloree mandalas. Estos dibujos circulares se recomiendan para la concentración y la relajación.
- Realice pasatiempos. Las sopas de letras y los sudokus ayudan a ejercitar la atención de forma entretenida. Llévelos más allá de su bolso de playa.
- Evite la multitarea. Practique una única actividad cada vez y procure concluirla. Saltar de una tarea a otra o mantener varias ocupaciones a la vez debilita la capacidad de concentración.
- Momentos sin tecnología. Las experiencias compartidas evitando las máquinas fortalecen las relaciones humanas.
Por Isabel Serrano Rosa, psicóloga de Enpositivosi.com